El progreso es un movimiento que nos acerca a un destino. Con lo cual, depende de hacia qué estamos orientados. Cuando empezamos a practicar, la mayor parte de nosotros medimos nuestro progreso en términos espaciales (llegar más abajo con la cabeza, estirar más las piernas). Más tarde o más temprano este progreso se detendrá, bien debido a limitaciones anatómicas o porque hemos alcanzado el máximo posible, ¡pero hay otras muchas posibilidades! El progreso se podría medir en términos de tiempo (mantener el asana más tiempo o practicar durante un tiempo determinado). Se podría medir en términos del número y variedad de asanas que practicamos. Se podría medir en términos de la regularidad con la que practicamos. Se podría medir en términos de lo presentes que estamos mientras practicamos – ¡o lo conscientes que somos de lo no presente que estamos mientras practicamos! Se podría medir en términos del tiempo que llevamos practicando a pesar interrupciones, lesiones o simplemente perder el hilo. Practicar supone progresar. Cada día que practicamos, progresamos, es inevitable. Poco a poco, la práctica va revelando aspectos de sí misma hacia los que no podríamos haber apuntado, porque no podíamos ni imaginarlos. Progresar también puede ser seguir nuestro camino en el yoga, sea el que sea, tome la forma que tome, y entregarnos completamente según nos lleva a partes desconocidas de nuestra naturaleza.
Gracias a todEs mis alumnEs de Yoga Hub Berlin que me inspiran con su práctica.