A veces llegamos a un punto determinado con un asana en el que sentimos con claridad que algo ha encajado, como si hubiera un cambio de paradigma. “¡Lo tengo!” Puede ser que hayamos desarrollado fuerza suficiente para sostener la postura, o flexibilidad suficiente para agarrarnos, o equilibrio suficiente para mantenernos ahí. También puede ser que hayamos podido dejar la respiración fluir, o relajar los músculos que no hacían falta, o estar presentes en todo el cuerpo. Puede ser que hayamos descubierto como nuestra relación con el asana refleja algún aspecto de nuestra vida fuera de la esterilla. Puede ser que nos hayamos entregado a la limitación y hayamos podido habitar y gozar lo que sí podemos hacer. De cualquier manera, es posible que, después de “tenerlo”… lo perdamos de repente de nuevo. Todo cambia y se transforma constantemente, esa es la naturaleza de la existencia. Las oscilaciones y los ciclos también son transformaciones e, incluso aunque parezcan un retroceso, no lo son. De hecho, no existe el ir hacia atrás. Piensa en el día y la noche. Cada día es un nuevo día y no un retorno al anterior. Incluso si no podemos hacer hoy lo que hicimos ayer, todo se mueve hacia delante, en zigzag o en espiral, pero siempre hacia delante.
Gracias a todEs mis alumnEs de Yoga Hub Berlin que me inspiran con su práctica.