La práctica de pranayama más básica consiste en observar la respiración. “Básica”, y no “sencilla”, porque es la base sobre la cual podemos desarrollar otras prácticas y también porque observar la respiración no es tarea sencilla. Por una parte, en cuanto dirigimos la atención sobre ella, la respiración tiende a cambiar. El primer desafío consiste en permitir que la respiración sea tal y como es mientras somos conscientes de ella. Igual que otras funciones corporales como el latir del corazón o la digestión, la respiración cambia automáticamente dependiendo de nuestro estado. Lo que hace especial a la respiración es el hecho de que es la única función corporal que también podemos dirigir hasta un cierto punto. Por todo esto, es un punto de encuentro entre el cuerpo, la mente y nuestras emociones o energía. Para algunas personas observar la respiración es incómodo e incluso perturbador. Esto puede ser desconcertante, dado que siempre se sugiere observar la respiración para calmarse. Y a largo plazo, esto funciona, pero mientras llegamos ahí merece la pena ser muy dulce con nosotros mismos. Nos estamos acercando a un aspecto central de nuestra manera de estar en la vida y, al hacerlo, nos encontramos con cosas que puede que no notemos habitualmente. Imagina que tu respiración es un pájaro sobre una rama. Si eres demasiado descarado en tu manera de observar, puede que levante el vuelo. Observa con suavidad, con amabilidad, libre de expectativas y demandas, haz una pausa si lo necesitas y vuelve a la práctica cuando te sientas preparadE. Observa casi como una pregunta: “¿Puedo?”. Y respeta todo el tiempo que necesitéis para conoceros mutuamente.
Gracias a todEs mis alumnEs de Yoga Hub Berlin que me inspiran con su práctica.
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