
La primavera pasada empecé a pensar en la recurrencia de la linealidad en la composición instantánea: lo uno lleva a lo otro, que lleva a lo siguiente. Un continuo de conciencia fluyendo hacia delante como un río. ¿Podría uno componer en el momento utilizando un modelo diferente? ¿Qué tipo de modelo sería?
“Contiguity” (contigüidad) – un duo de la bailarina Britta Schönbrunn y el músico Thomas Gerwin presentado el 12 de noviembre en Mime Centrum, Berlín, dentro de la serie de composición instantánea “60 minutes” comisariada por impro-per-arts propone algunas posibles respuestas interesantes.
La actuación se desarrolla o más bien se va desvelando como una especie de sistema fractal que se hubiera combado. Como si el material produjese en cascada replicas desviadas de sí mismo. Cuando una determinada mutación va más allá del punto de equilibrio de su ADN, se genera un nuevo linaje. Cada detalle autosuficiente emerge cristalino y diferenciado y, al mismo tiempo, arte y parte de la macroestructura. Eventos diminutos construyen sistemas distribuidos, trayectorias variables entre nódulos estables de acción arrastran al centro fuera de sí mismo, vórtices de acción se dirigen hacia puntos de fuga, espacios ofrecen la nada como potencial, y el organismo entero muta mientras ensortija espacio y tiempo. Todo irradia en todas direcciones y hacia los calibres, lenguajes y tonos adyacentes.
En la charla con el público que siguió a la actuación, Britta explicó como Thomas y ella habían dejado a un lado el desarrollo vectorial, que va de un punto al siguiente, para probar otras posibilidades. ¿Qué pasaría si se aplicara la conductividad expansiva del calor a una actuación? ¿Qué pasaría si la pieza se construyera a sí misma de manera rizómica como el jengibre, de manera que cada parte tuviera la capacidad de seguir creciendo por su cuenta y de continuar siendo parte de su tallo de origen al mismo tiempo, de manera que ninguna parte fuera el final, y todo fuera parte de todo lo demás?
Me siento fascinada e inspirada. Desde un punto de vista artístico, “Contiguity” me ofreció una composición compleja a la vez que completamente inteligible. Desde un punto de vista filosófico, sospecho que las implicaciones de estirar nuestra consciencia más allá de los patrones lineales de nuestra mente lógica pensante para poder acercarnos o empatizar con el funcionamiento del mundo natural que nos rodea son vastas. Acceder a ese mismo mundo natural dentro de nosotros debería hacerlo posible de manera intuitiva. Estoy convencida de que experiencias de este tipo pueden alimentar un conocimiento más profundo de lo que es estar en este mundo. Dicho conocimiento no es para nada el final de la historia, sino un factor que contribuye a un salto de paradigma radical. Digo radical en un sentido etimológico, es decir, relacionado con las raíces, pero supongo que esto también puede ser algo radical en el otro sentido.